¡Cuidado! Enfermedades leves con una infección urinaria o un resfrío pueden ser inocuas para la futura mamá, pero pueden ocasionar graves daños en el bebé, especialmente durante las primeras 20 semanas de gestación.
Los gérmenes que ocasionan una infección leve en la madre pueden pasar al feto a través de la placenta y poner en riesgo su desarrollo.
La infección urinaria, por ejemplo, es la infección más frecuente durante la gestación pues los cambios que se producen en la anatomía de la mujer favorecen la proliferación de gérmenes. En principio no es grave si se detecta a tiempo, por eso se hacen análisis de orina cada trimestre, pero se la relaciona con un aumento de riesgo de parto prematuro.
Aunque puede haber infección sin notar síntomas, de aparecer, la mujer siente necesidad urgente de ir al baño, dolor o quemazón al orinar o una presión en la zona baja del vientre.
Un resfrío tampoco parece perjudicial para el bebé, sin embargo algunas enfermedades virales que comprometen al feto se manifiestan con ese síntoma y si aparece fiebre en la madre durante más de un día, también puede ser peligroso para el feto.
Las más peligrosas.
La rubeóla y la varicela son palabras que causan temor en el embarazo por lo que se recomienda vacunarse preventivamente contra estas dos enfermedades (si no se ha vacunado antes).
La rubeóla puede provocar que el bebé sufra cataratas, cardiopatías, problemas de audición, retraso mental o trastornos en el movimiento, mientras que la varicela está relacionada con riesgo de aborto, lesiones en la piel, cataratas o problemas en la retina.
Siempre es mejor prevenir que curar, especialmente cuando puede verse perjudicada la salud del bebé por nacer.
Para evitar infecciones, se aconseja lavar las manos con frecuencia, lavar bien los alimentos y evitar contacto con personas o animales infectados.
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